DIEZ NUEVAS COMPETENCIAS PARA ENSEÑAR
1. Las
Situaciones de Aprendizaje:
A la competencia tradicional de conocer ¡os contenidos de una disciplina
y organizar su enseñanza hay que sumarie la competencia emergente de saber
poner en acto situaciones de aprendizajes abiertas, que partiendo de los
intereses de los alumnos les implique en procesos de búsqueda y resolución de
problemas.
La competencia didáctica de partir de los conocimientos previos de los
alumnos y de considerar los errores como parte del aprendizaje, se completa con
la capacidad fundamental del saber comunicar entusiasmo por el deseo de saber,
implicando a los alumnos en actividades de investigación o proyectos de
conocimiento.
2. La Progresión
de los Aprendizajes.
A la competencia tradicional de hacer el seguimiento de la progresión de
os aprendizajes eligiendo buenos ejercicios, estandarizados en libros, y
evaluaciones de carácter formativo, la competencia emergente es la de gestionar
la progresión de los aprendizajes pero practicando una pedagogía de situaciones
problema.
Al ser estas situaciones de carácter abierto el docente ha de tener la
capacidad de saber regular dichas situaciones, ajustándose a las posibilidades
del grupo. Para ello es necesario controlar los mecanismos de las didácticas de
las disciplinas y las fases del desarrollo intelectual. Al mismo tiempo, la competencia específica de tener una panorámica
longitudinal de los objetivos de la enseñanza supera la visión limitada de los
profesores que se centran en un solo ciclo. El autor considera que el trabajo
en equipo es indispensable para superar ese conocimiento parcial de los
objetivos. También reconoce que gestionar la progresión de los aprendizajes
considerando la realidad de la ratio alumno/profesor, no es fácil y exige
competencias en ingeniería de la enseñanza-aprendizaje, la evaluación y el
seguimiento individualizado.
3. La
Diferenciación.
Frente a una organización del trabajo de clase tradicional, frontal, la
competencia emergente consiste en asumir la heterogeneidad del grupo poniendo
en funcionamiento dispositivos complementarios propios de una pedagogía
diferenciada. Una propuesta es la de saber poner en funcionamiento el método de
la enseñanza mutua.
Hacer trabajar a los alumnos en equipo es, sin duda, un nuevo desafío
didáctico. Esta competencia pedagógica implica el saber crear las condiciones
de cooperación necesarias en las que se ponen en juego determinados valores y
actitudes, como la tolerancia y el respeto. Otra competencia específica
emergente, que concreta la de hacer frente a la diversidad, se refiere al
trabajo con alumnos que presentan necesidades educativas especiales. Para hacer
frente a esta diversidad el autor propone la competencia de saber practicar un
apoyo integrado. Ello implica un acercamiento a fa cultura profesional de los
profesores especializados o profesores de apoyo.
4. La
Motivación.
La competencia emergente de estimular y mantener el deseo de saber y la
decisión de aprender va más allá que el enunciado tradicional de saber motivar.
La habilidad didáctica de saber construir el sentido que tienen los
conocimientos y comunicarlo es necesaria para acortar la distancia entre éstos
y fa escuela. Acortando esta distancia, la decisión de aprender queda
preparada. El autor propone, como nuevos desafíos para configurar esta
competencia, el implicar a los alumnos en sus aprendizajes, desarrollando su
capacidad de auto evaluación y el hacer explícito los contratos didácticos en
las ciases a través del Consejo de Alumnos, institución donde es posible hacer
frente abiertamente a la distancia entre el programa y el sentido que los
alumnos dan a su trabajo. En la base de esta nueva competencia está la
voluntad de escuchar a tos alumnos. También considera el autor como competencia
específica derivada de la motivación por el conocimiento, el favorecer la
definición de un proyecto del alumno. Este concepto es nuevo en nuestro ámbito
educativo y no queda demasiado explicado en qué consiste.
5. El trabajo en equipo.
La competencia clásica de trabajar en equipo, instalada en la profesión
como una opción personal, se amplía hacia una nueva competencia de cooperación
que deberá abarcar a todo el colectivo. El autor propone que en un futuro será
deseable que todos los docentes estén preparados para organizar desde un
sencillo grupo de trabajo a elaborar un proyecto de equipo. El ser competentes
en esa faceta implica saber adoptar el rol de líder para dirigir las reuniones
e impulsar y mantener el equipo. Esta competencia emergente se asienta en la
convicción de que el trabajo en grupo es un valor fundamental. También en la
asunción de la presencia de conflictos como algo inherente a la realidad de
cualquier colectivo. Por lo tanto, los docentes deberán estar preparados en
cuestiones de dinámica de grupos así como capacitados para ser moderadores y
mediadores.
6.
La gestión de la escuela.
Participar’ en la gestión de la escuela es una
competencia novedosa en el sentido que traspasa la organización del centro
propiamente dicho. Supone trabajar no en circuito cerrado, hacia dentro, sino
abrirse hacia la comunidad educativa en su conjunto. Las competencias
específicas de administrar los recursos de la escuela, de coordinar y organizar
las posibilidades del componente humano de la comunidad educativa, las agrupa
el autor junto al desafió de elaborar y negociar un proyecto institucional. Al
ser la gestión de las escuelas públicas de Ginebra diferentes a las de nuestro
sistema educativo, las líneas de argumentación de estas competencias emergentes
se nos revelan de menor interés al no poder identificarlas del todo con nuestra
realidad.
7. La relación con los padres.
No ocurre así con las argumentaciones de la competencia emergente en
relación con los padres en el que las coincidencias son exactas. El autor,
partiendo de que la irrupción de los padres en la escuela ha sido uno de los
logros educativos más relevantes del siglo XX, hace la propuesta de ir más allá
del hasta ahora diálogo tradicional. Superando éste, la colaboración, como
construcción permanente, es la que enmarcaría la nueva competencia específica
de implicar a los padres en la construcción de los conocimientos. Para ello, un
componente previo es el de fomentar reuniones con los padres donde fluya la
información y aflore el debate. El docente, además, deberá estar preparado para
el desafío de conducir dichas reuniones. Ser competente en este espacio de
diálogo es saber conceder un papel más activo a los padres. En otras palabras,
saber construir un espacio de colaboración.
8. Las nuevas tecnologías.
La relación con el saber ha cambiado de forma espectacular con la
irrupción de las nuevas tecnologías y la escuela no puede evolucionar de
espaldas a estos cambios. Estas son las ideas germen que generan las
competencias de saber utilizar programas de edición de documentos y de explotar
los recursos didácticos de los programas informáticos y de multimedia. Junto a
los métodos activos tradicionales, los instrumentos tecnológicos pueden
incorporarse al aula como métodos activos postmodernos. El éxito de éstos
dependerá de la competencia del profesor en utilizar lo que la cultura
tecnológica actual nos ofrece para ponerlo al servicio de la enseñanza. Por lo
tanto, los saberes que comprende esta competencia pertenecen no sólo al dominio
técnico sino al didáctico.
9. Los dilemas sociales.
Y los saberes que pertenecen a esta competencia pertenecen al dominio de
la ética. La explicación de los dominios específicos emergentes del saber
afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión quedan reflejados en este
noveno capítulo con múltiples e interesantes sugerencias de reflexión. En el
análisis que el autor nos presenta de una sociedad en crisis, con ausencia de
valores, la concreción de competencias éticas se aprecia más como un ejercicio
cercano a la utopía que como una tarea de consecución próxima. En una escuela
pública que ha de enseñar yendo contra corriente, afirmando una serie de
valores que se contradicen con la realidad social, son competencias
imprescindibles, o éticamente necesarias, la de prevenir la violencia en la
escuela y en la ciudad y la de luchar contra los prejuicios y las
discriminaciones sexuales, étnicas y sociales. Y también saber desarrollar el
sentido de la responsabilidad, la solidaridad y el sentimiento de justicia y el
saber gestionar las reglas de la vida en común referentes a la disciplina.
El autor es consciente de que en determinados ambientes difíciles los
dilemas éticos de la profesión se acentúan, los desafíos aumentan y no se
encuentran respuestas. De ahí que exprese que la competencia de los
profesores es concienciarse de una forma clara de la situación, asumir sus
responsabilidades sin sobrecargarse. También recuerda que la negociación y
la comunicación son competencias básicas para navegar en el día a día entre
las contradicciones de nuestros sistemas sociales.
10. La formación continua.
Ser competentes en organizar la propia formación continua es la novedad
en torno al aspecto de la renovación e innovación pedagógica que propone el
autor. La concreción de los dominios específicos de este enunciado de
competencia general no corresponde exactamente con la organización de la
formación continua de nuestro sistema, al estar basada en otra realidad
educativa. No obstante, el capítulo resulta interesante para observar cuál es
nuestro acercamiento o alejamiento en esta faceta a otras realidades. La
primera propuesta de competencia, saber analizar y exponer la propia práctica
es una primera modalidad de autoformación. También lo es la capacidad de saber
elegir la formación que se desea ante la oferta institucional. Otra competencia
específica interesante es la de saber negociar y desarrollar un proyecto de
formación común. Es de interés porque refuerza la cultura siempre necesaria de
la cooperación. Otra propuesta de competencia más novedosa para nuestra
realidad es la de participar en la formación de compañeros. En opinión de los
investigadores es una de las fórmulas de autoformación de más éxito. Y Una
última competencia específica, muy productiva, según el autor, es la de saber implicarse
en las tareas del sistema educativo a nivel general. Este saber competente no
es una exigencia para todos los profesores, pero sí para aquellos que vayan a
implicarse en el marco de la acción sindical o en otro tipo de estructuras de
participación que les obliguen, incluso, a alejarse del aula. Los beneficios
para la formación que se derivan del alejamiento de la práctica son múltiples.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario